con voz propia.
En ésta entrada desarrollaré, con voz propia, algunas de las ideas que
plantea Paula Sibilia en la introducción y el capítulo I (Capitalismo) del
libro antes mencionado.
Hoy en día, gracias a los avances
tecnológicos y conocimientos científicos sobre el ADN es posible determinar vínculos
biológicos, identificar criminales y detectar enfermedades hereditarias incluso
antes de nacer, gracias al diagnóstico preimplantatorio. De esta manera la
genética abrió nuevas puertas antes jamás pensadas, permitiendo con certeza
establecer lazos biológicos, identificar a un único sujeto de la población
mundial o evitar transmitir determinadas enfermedades hereditarias a nuestros
hijos.
No todas son buenas noticias, el
conocimiento de la molécula del ADN también trajo aparejadas muchas
controversias, muchas cuestiones políticas y éticas. ¿Podría alguien pensar en
construir una sociedad con personas con el genoma perfecto? Y de ser así, ¿cuál
sería dicho genoma? ¿Cuál sería el límite de anomalías genéticas para
justificar un aborto? ¿Quién determinaría los parámetros de normalidad? Como
indica Sibilia, finalmente
el hombre dispone de las herramientas necesarias para construir vidas, cuerpos
y mundos gracias al instrumental de una tecnociencia todopoderosa, donde las
propuestas de planificación de la especie humana, sugieren que estaríamos
ingresando en una nueva era comandada por la evolución posthumana o
postevolución. ¿Será acaso este un nuevo camino a la eugenesia, como la
ambicionada en la primera mitad del siglo XX? Sin embargo, a diferencia de lo
que sucedía en aquel entonces, las viejas fantasías se presentan en la
actualidad como técnicamente posible.
La información genética podría
llevar a la discriminación y estigmatización de los individuos, lo cual no
sería extraño pensar que pueda llegar a suceder ya que la experiencia histórica
evidencia problemas de esta índole. Nuestra huella genética podría
identificarnos como se identifica a un producto en el mercado por su código de
barras. Y así, convertirnos sólo en información, en un código, en un perfil.
Todo parece indicar que los
métodos de identificación de las personas se van digitalizando, donde en un
primer momento el documento de identidad representó el impulso de la sociedad
industrial como elemento fundamental para fijar cuerpos y subjetividades en sus
engranajes. En cambio en la actualidad, no sólo nos identifican por nuestro DNI
sino también por un sinnúmero de dispositivos digitales, tales como códigos de
acceso, tarjetas de crédito, etc. Asimismo las empresas intentan identificarnos
por nuestra condición socio-económica, nuestros hábitos y preferencias de
consumo, que son registrados a través de encuestas que luego son procesadas
digitalmente y que posteriormente son utilizadas en sus estrategias de
marketing.
De esta manera puede observarse
como determinadas áreas del saber, tales como la informática y las nuevas
ciencias de la vida, constituyen piezas clave de esta “sociedad de la
información”, donde la base y la ambición común parecen ser la digitalización
universal, transformarlo todo en información, en datos a procesar, códigos,
cifras, perfiles.
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